Historias Cortas de Mr. Fabrizzio Spada

"Mejor te quedas en casa".
Bien, eso solían decirme de niño, quizás las tentaciones del mundo más allá de la cálida y acogedora manta que me cubría en mi casa eran demasiado interesante para mi pequeña mente y me invitaban a salir y encontrarlas...
Supongo que lo primero que ví en el mundo exterior fue el extenso y gris cielo, sobre el interminable y gris asfalto, las personas eran muy distintas a como pensé que serían, acostumbrado a ver la parte buena de mis padres y hermanos pensé que el mundo exterior sería igual de optimista y alegre que el que me había rodeado durante toda mi vida, pero había algo en el ambiente ¡si lo hubieran visto!.
La gente vestía de negro, no sonreía ni se detenía, solo caminaban, inexpresivos...Tan inexpresivos que llegaron a asustarme, seguí mi camino y solo ví lo mismo una y otra vez, gente que, aparentemente, solo quería camuflarse en ese gris interminable que era el mundo a su alrededor...
Me ví indefenso, rodeado de máquinas ruidosas y personas tristes, desganadas y vacías...tuve miedo, quise volver a mi casa, a ese tierno carnaval de colores que me había acompañado tanto tiempo, solo pude entender una cosa de mi aventura...Que fue una prematura probada de la peor de las pesadillas, la realidad.
Cuando volví a mi casa ahí estaba mi madre, esperandome con una expresión atemorizante, llegué a su presencia y solo me dijo:
"no vuelvas a salir de casa"
Y creanme que no quiero volver a hacerlo...
porque ahora sé como es la vida en realidad.
ahora sé que toda esta sentimental existencia es solo la antesala de lo que realmente me espera, que despues de un pasajero paso por el cielo me espera el infierno y no puedo evitarlo, ya no puedo escapar de este destino y ahora viviré acosado por el miedo al día que se acabe el sueño y comience la pesadilla....

Era de noche, y mientras todos los demás ya estaban durmiendo yo aún trataba de conciliar el sueño acomodándome de un lado a otro y hasta contando ovejas...
Miré un poco a mi alrededor, todos los demás niños no parecían sentir el insoportable calor que me atormentaba, todos estaban profundamente dormidos y solo se escuchaban las leves respiraciones o el ronquido de alguno que otro.
Frente a mi camilla había una ventana, quise mirar hacia afuera, pero la cortina estaba cerrada, hasta pensé en levantarme e ir a abrirlas, pero desistí de mi impulso al darme cuenta de que era una perdida de tiempo, esta noche no dormiría y mañana el tratamiento me cansaría tanto que dormiría dos días completos.
Ya habiendo aceptado esto me puse a divagar boca arriba en la camilla, traté de imaginar figuras de colores en el techo y hacerlas moverse las unas en torno a las otras, sin embargo, cuando ya estaba entretenido en los paisajes imaginarios un ruido me sacó de mi juego.
parecían pasos y se acercaban cada vez más, pensé que podría ser la enfermera y procuré hacerme el dormido para que no me regañara.
Pero cuando los pasos se detubieron en el umbral de la habitación una voz de hombre, una voz que nunca había escuchado, dijo casi susurrando:
-No hagas mucho ruido, es el niño de la 54, quita el seguro de la camilla y tráelo.
¿que estaban haciendo?, no lo resistí y abrí los ojos, pero solo ví dos sombras corpulentas llevarse a juanito, uno de los niños de nuestro pabellón, lo hicieron muy rápido y además de mi, nadie se inmutó en lo más mínimo.
Me había asustado. ¿Porque se llevarían a Juanito tan tarde?, habrían sido secuestradores?, tengo que avisarles a las enferemeras! me dije, pero no logré juntar el valor para levantarme e ir a hablar...
Presa del pánico solo me tapé hasta la cabeza y cerré los ojos. ¿Y si yo era el próximo?, no quise pensar más, sin darme cuenta caí dormido y luego de unas dos horas supongo, la enfermera que nos cuidaba trajo el desayuno como todas las mañanas...pero juanito no estaba, no había vuelto. Quise preguntarle a la enfermera, pero alguien se me adelantó.
-Señorita no está la cama de Juanito.-dijo uno de los más pequeños de la sala en la que dormíamos.
La enfermera palideció, lo sabía, algo no andaba bien,no se molestó en contestarle al pequeño y salió disparada de la pieza, todos los demás se quedaron mirando los unos a los otros sin entender la escena que acababa de ocurrir, ¿y yo?, yo aún no me lo podía creer, ¿donde estaba juanito?, y ¡¿en que estaba pensando cuando no fui a avisarle a las enfermeras anoche?!.
Diosito...Si le llegaba a pasar algo...¡yo podría haberlo salvado!, no fui a decirle a las enfermeras solo porque no quería que me regañaran ¡y ahora podría ser el culpable de quizás que atrocidad!, no fui capaz de tomar mi desayuno, quería estar solo y no saber nada más del asunto.

-Son paranoias mías...-procuré repetirme a mi mismo es una y otra vez durante todo el día, pero la preocupación en las enfermeras del hospital no hacían más que respaldar una y otra vez mis miedos...
Era evidente que algo había pasado, pero...¿Que podía hacer yo?, solo era un niño enfermo, de entre todos los niños de este hospital era, posiblemente, el más enfermo, ¡si apenas era capaz de mantenerme en pie tras las Quimioterapias!.
Los demás niños se dieron cuenta al cabo de un buen tiempo que algo me preocupaba, yo solo quería descargarme y liberarme de esta culpa, ya no la soportaba así que dije todo lo que sabía, pero les supliqué que por nada del mundo le dijeran a la enfermera nada de lo que les había contado, creo que son de confianza...
Antonio es el mayor de todos los que estamos en esta sala, el, al igual que yo, padece cancer, tras mi confesión me pidió que lo acompañara al patio del hospital, por cortesía y por agradecimiento a su voto de silencio accedí a su petición, pero afuera lo que me dijo ...
-Tu como yo sabes, que todos los que estamos ahí estamos por alguna razon, ¿verdad?.-me dijo tomandome de los hombros.
-bueno la mayoría de nosotros estamos...-pero me interrumpió antes de que pudiera completar mi oración.
-En las últimas, exacto. Estoy seguro de que quienes sean los que se llevaron a Juanito lo sabían ¡y mira el caos que se armó acá!, ¡las enfermeras y los doctores están como locos!, me sorprende que nadie llamara a la policía aún.
No pude evitar pensar en eso...Los últimos días de mi vida los iba a pasar declarando en comisarías y viviendo el costo de mi cobardía...debo decir que lo que vino despues de eso me sorprendió como nada en esta vida...
-Mira amigo.-prosiguió Antonio.-Nunca he sido muy sociable con ninguno de ustedes, no suelo compartir con nadie y solo los miro desde lejos, pero...¿sabes algo?, cada uno de ustedes en esa sala, con sus risas y su juegos, cada día que se levantan podría ser el último y aún así se dedican a vivirlo como si nada pasara... Se ha vuelto la mayor alegría de mis días el verlos, en silencio y desde un rincón, cada uno de ustedes han sido el sol de mis días, no quiero morir pensando que el más pequeño de nosotros está quien sabe donde sufriendo, he decidido que si voy a morir será haciendo algo por ese niño.
Nunca pensé que Antonio, que como bien dijo solo se dedicaba a sentarse alejado de los demás y escuchar música, nos viera de esa manera, me sentí conmovido, pero era irreal pensar que dos personas agónicas serían capaces de buscar a otra sin ninguna pista sobre su paradero, podía estar en un avión viajando hacia otro país, ¡era una locura!, pero Antonio....